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Betty Friedan
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04/02/1921 - 04/02/2006
85 años
Nació
Peoria, Illinois (Estados Unidos)
Falleció
Washington (Estados Unidos)
Categoría
Otras
Causa
Enfermedad
Biografía
(Betty Naomi Goldstein; Peoria, Illinois, 1921 - Washington, 2006) Escritora estadounidense, autora de
La mística de la feminidad
(1963), obra de referencia del movimiento feminista, por la que fue galardonada con el premio Pulitzer. Mujer adelantada a su tiempo, nunca bajó la guardia en los problemas que siempre la preocuparon: la reestructuración de lo doméstico y familiar y la paridad económica y laboral entre hombres y mujeres, dos frentes en los que abrió brecha y que la convirtieron en la figura más emblemática del feminismo en una época, en la década de 1960, en la que todo estaba por hacer. En este sentido, esta pionera de los derechos de las mujeres será recordada como una de las activistas que más han contribuido a trazar un camino hacia la igualdad real de géneros.Nacida en el seno de una familia de origen judío, su padre, Harry, era joyero, y su madre, Miriam, abandonó su empleo como editora de un periódico para ejercer de ama de casa. Tras graduarse
summa cum laude
en el Smith College, en 1942, Betty realizó estudios de psicología en la Universidad de Berkeley y empezó a trabajar como redactora, escribiendo primero para Federated Press (1943-1946), servicio de noticias del que se nutrían la mayoría de los periódicos sindicales, y más tarde para UE News (1946-1952), publicación oficial de United Electrical, Radio and Machine Workers of America, sindicato radical en la lucha por la justicia social para los afroamericanos y para las mujeres trabajadoras.En Nueva York conocería a Carl Friedan, productor y ejecutivo de una agencia de publicidad con el que se casaría en 1947 y que le daría tres hijos, antes de que la pareja se divorciara tras veintidós años de matrimonio, en 1969. En 1952, cuando se encontraba embarazada de su segundo hijo, Betty fue despedida de su trabajo. Dedicada a partir de este momento al cuidado de la familia y a las tareas domésticas (y limitada laboralmente a algunos trabajos free lance), un encuentro que tuvo unos años después con antiguas compañeras de estudios resultaría determinante para su futuro. A raíz de un encargo del Smith College sometió a sus colegas a un minucioso cuestionario y descubrió que su insatisfacción con la vida que llevaba no era algo personal sino colectivo.Las conclusiones de este primer estudio, presentadas en el artículo “I say: Women are People Too” (cuyo borrador fue rechazado por varias revistas para mujeres, más interesadas en publicar artículos sobre decoración y cocina), reflejaban la pérdida colectiva de identidad de las mujeres de su generación y la llevaron a iniciar un análisis de campo sobre el papel que, en la sociedad estadounidense de la posguerra y la guerra fría, se asignaba a las mujeres.Se entrevistó en profundidad con más de ochenta mujeres de diferente condición: estudiantes de enseñanza secundaria o superior, amas de casa y madres jóvenes, mujeres que rondaban los cuarenta años… Paralelamente, recurrió a psicoanalistas, sociólogos, antropólogos y expertos en psicología femenina y en educación familiar para conocer sus puntos de vista.El resultado de este estudio fue
La mística de la feminidad
(1963), un exhaustivo análisis del rol de las mujeres de clase media “convertidas por la sociedad en amas de casa sin recursos propios”, y referente indispensable (al igual que
El segundo sexo
de Simone de Beauvoir) para la configuración del movimiento feminista de la década de 1970.En opinión de Friedan, “existía una extraña discrepancia entre la realidad de nuestras vidas como mujeres y la imagen a la que intentábamos ajustarnos, la imagen que denominé la “mística de la feminidad” […]. La mística femenina no es más que una forma de la sociedad de embaucar a las mujeres, vendiéndoles una serie de bienes que las dejan vacías, padeciendo “del problema que no tiene nombre” y buscando una solución en los tranquilizantes y el psicoanálisis. Una mujer debe poder decir, y no sentirse culpable al hacerlo, “¿Quién soy? y ¿Qué quiero hacer en mi vida?” No se debe sentir como una persona egoísta y neurótica si quiere alcanzar metas propias, que no estén relacionadas con su esposo e hijos”.
Extraído de
Biografias y Vidas
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